miércoles, 30 de enero de 2013

El encierro

Llevo más de más de tres días encerrada en casa. ¿Causa? La gripe. Y no la mía, sino la de los Chuchis, que han decidido contagiarse mutuamente y hacer de esta semana una experiencia religiosa para su madre.
En este retiro forzado y prolongado, todo puede suceder. Llevo tres días encadenando estropicios, pero qué se le va hacer...

El primer día la cosa pintaba bien, porque la fiebre aún los mantenía a raya así que decido ponerme el delantal y emular a Bree van de Kamp en Mujeres Desesperadas cocinando un delicioso pastel de zanahoria mientras cuido de los angelitos. Pero servidora se parece tanto a Bree como el tocino a la mermelada, así que ya os podéis imaginar...y es que intentar cocinar un pastel de zanahoria mientras se fregotea el suelo y Chuchi I se despierta llorando porque tiene “pupa en la cabeza” y encima se ha meado lo que me faltaba y Chuchi II acaba de tirar TODAS las pinzas de la ropa por el váter y la vecina del cuarto llama a la puerta para pedirme la llave de la terraza porque quiere una copia y mi madre llamando para pasar revista y Chuchi I pisándome el suelo fregado y requetellorando y Chuchi II que me abre la puerta para irse con la vecina del cuarto y el pastel que se está desbordando porque el molde era muy pequeño y caen los chorretones de huevo y zanahoria en el suelo del horno ¡plof!... pues como que no es fácil... Mecagüen Bree...
El segundo día la cosa se pone peor, porque la fiebre remite aunque no desaparece, y los angelitos se van transformando en gremlins, pero de los chungos. Cualquier cosa se convierte en un arma arrojadiza en sus febriles pero certeras manitas, y encima no sé que les pasa que les da por imitar al Poli Díaz y liarse a ostiazo limpio cada cinco minutos. Han decidido jugar con los juguetes, y todo lo que no son juguetes. El comedor parece un bazar chino y yo empiezo a ponerme lívida de tanto microbio, puñetazo, moco, fiebre y encerrona juntas.
Al tercer día mi visión de la realidad cambia, las cosas cobran vida y nos adentramos en una nueva dimensión. Mantengo con La Aspiradora una interesante conversación acerca de Undargarín y su fianza (ella no está de acuerdo, pero claro, qué va a saber ella, la come-mierda...) mientras los gremlins han mutado a bichos verdes y yo voy adquiriendo un look a lo jorobado de Notre Dame que tiene su puntillo. Empiezo a sentir extraños cosquilleos por todo el cuerpo, aviso de que el virus infecto está a punto de poseerme...
El cuarto día he decidido emborracharme. Sí queridas, sí, em-bo-rra-char-me. Pienso hacerme un cóctel de ginebra, vodka, Espidifen e Ibuprofeno y le añadiré unas gotitas de Dalsy, por aquello de darle dulzor. Agitado, que no revuelto. Uno para mi y otro para la Aspi, que bien se lo ha ganado por soportarme tantos días. ¡Ja! No podrán conmigo...

6 comentarios:

  1. jajajajajajajaja, yo le añadiría un myolastán al coctail para relajar los músculos además, pero por lo visto lo están investigando por estropear la piel ¡ánimo!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Jijijiji...como decía el anuncio...¡una solución, quiero!
      Besote!

      Eliminar
  2. ¡Buenísimo el post! Lo he pasado bomba. A partir de ahora en mi casa, la aspiradora ha cambiado de nombre y se llamará la come-mierda. Espero que ya os enncontréis mejor y que el pastel de zanahoria se pudiera comer. Besos.

    www.sobrevolandoloscuarenta.blogspot.com

    ResponderEliminar
  3. Gracias Lola! Bueno, rascando el fondo chamuscado del pastel, algo sí se pudo aprovechar!
    Besos,
    MC

    ResponderEliminar
  4. Viva la aspiradora!...se quedo con todos los germenes jajaja...Espero que el coctelito te alla ayudado.
    iela

    ResponderEliminar
  5. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

    ResponderEliminar