domingo, 17 de febrero de 2013

Fresitas

Ayer viví un momento de surrealismo fruteril que me ha recordado, de nuevo, un sabio dicho maternal. Y es que como bien dice la Mamma: “hija, poca mierda hace falta pa ensuciarte”...
Conocéis mi terquedad a la hora de dejar las compras para el último momento, lo que me lleva muchas veces a encontrarme con la nevera vacía justo cuando es la hora de ir a la guarde y al cole a recoger a los Chuchis que aullarán ansiosos por algo que comer y sin un triste gajo de mandarina que llevarse a la boca. Así que ando otra vez cargada como una burra cuando paso por la frutería del barrio, Chuchi I en patinete y Chuchi II en el carro pataleando por bajar. Delante mío hay un chico con acento argentino, una guitarra, y por lo visto muchas ganas de hablar; obviamente no tiene prisa como yo e inicia una conversación unidireccional con la dependienta, con cara de soylamásaburridadelmundomundial:

-Las frutillas estas, ¿a cómo van?
-¿Eh?...
-Las frutillas...(señala una caja de fresas)
-Ah...fresas...
-¡Fresas!...en Argentina las llamamos frutillas...sí, ¿son de acá? ¿De dónde son?
-Eh...del Mercabarna...
- No, digo de dónde son, si son de acá...
-Ah...Eh, de Huelva...
Chuchi I ha decidido recorrer la frutería en patinete y Chuchi II está haciendo una pirámide con los kiwis...
- ¡Ah! Huelva....¿está difícil ir allà ah?
-¿Eh?...
- A Huelva digo...¿vos conocés a alguien de allà?...dicen que todo el que va, vuelve
-...
- porque cuando llegás hay un cartel..
- …
- que pone...”Huelva”...
-...
Chuchi I sigue patinando, cada vez  a más velocidad y Chuchi II ha decidido hacerse un sombrero con bananas a lo Carmen Miranda. Yo empiezo a enrojecer...
- ¿A vos cuáles te gustán más? ¿Las grandes o las pequeñas?
- ¿Eh?...
- Las fresas, digo...
- Eh... no sé...
- ¿Y cómo que son más baratas las grandes? ¿Tenés truco, acá, con las fresas?

Llegado este punto me doy cuenta de hasta donde llega la gilipollez humana, y cuando lo único me gustaría hacer es descansar y poner los pies en alto o en bajo me da igual, metidos en un tanque de agua con esos pececillos que te chuperretean las plantas de los pies y te hacen un exfoliante pedicúreo que lo flipas y luego viene la chinita que te hace una manicura super cool y te da un masaje yin y yan mientras los Chuchis están desaparecidos bajo una montaña de juguetes, pues va a ser que no y que estoy esperando a que un sucedáneo de Jerry Lewis le dé la brasa a la mujer unisílaba y me veo resoplando como un buey a ver si con el reflujo de aire nasal se entera de que ya vale con el coñazo de Huelva y las fresitas y la madre que las parió y de que Chuchi I está a punto de meterse una berenjena en la boca y Chuchi II está rematando el tocado babanero con una piña y ha cogido un puerro y pretende darle otro a su hermano a la voz de “utaaaa, uta tete!” (lucha, lucha tete!). Y cuando estoy a punto de soltarle un “¿qué? ¿pagas ya?” pues lo espeto un “uy no, las grandes no te lleves que seguro que les echan hormonas”... para qué...
- ¿Ah? ¿hormonas? (A la dependienta): -¿Vos creés que le ponen hormonas a las fresas acá?
- Eeeh...
No puedo contaros el final de tan interesante diatriba porque no resistí más y menda, los Chuchis, el patinete, la piña, tres bananas y dos puerros hicimos mutis por el foro dejando a la unisílaba preguntándose en plan duda existencial por qué las fresas grandes son más caras que las pequeñas y al cantautor peñazo dale que te dale con la fruta...
¿Si es que para qué abro la boca?... Eso sí, he de volver, que le debo a la frutera una piña, tres bananas, dos puerros y una pirámide de kiwis...

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